martes, agosto 08, 2006

Presente en mi hombro izquierdo

Cuando la muerte se ha hecho presente cerca mío, el día se vuelve confuso. Las urgencias son otras, la luz es opaca, y el cielo está distinto. Más grande. Como que se va a caer encima mío. Siempre recuerdo un pedazo de cielo de la ventana del comedor de mi antigua casa, con unas ramas de árboles, imagen que vi pensando en que debía ir a visitar a una amiga que había muerto por conseguir un volantín en un techo vecino al suyo. Desde aquella vez la muerte tiene un color que no tiene que ver con el negro, sino con la sensación de que la gente se iba al cielo, pero primero había que llorarlos, despedirlos, a pesar de que no respondan al dolor.

Mi primer recuerdo de muerte cercana fue un tío abuelo, tema que evitaron hablar delante mío por mi edad, pero igual me di cuenta. El segundo recuerdo es el de un vecino que me caía muy bien y seguramente fue el primer muerto que vi. Como a los 9 años. Siempre recordaré su cara. Me parecía que era una escultura a él mismo. Porque no era igual a él. Tenía cierta expresión vacía. Como que ya no tenía nada más que decir. Y no estaba ni ahí, y se había ido. Las muertes siguientes importantes fueron para mi muy dolorosas, a pesar de que sólo tenía 10 y 11 años. Fueron del grupo de mis mejores amigas las que murieron en formas muy terribles. Y cada una murió en un día de la virgen. Cosa importante para mi que estaba en colegio católico.

De la muerte más terrible que he vivido no voy a hablar. Aún estoy en duelo.

Y la última vez que la muerte ha pasado por mi lado me ha dejado pensando que la lógica del día a día no tiene sentido sin recordar que somos frágiles y soberbios. Ver a una mujer muy joven destruida por una enfermedad sin remedio, que vivió la agonía a cada segundo dentro de ella, que sintió que la vida se desprendía de ella y que debía dejarse ir es doloroso cuando ella no puede consolar a nadie de su partida, que todo lo que se pudo hacer ya tuvo su momento, y que cualquier cosa para ella es ya demasiado tarde. La muerte actúa. Y es muy eficiente.